Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
¿Sentiste tu también la decepción de aquel que esperaba encontrar perlas en la vida, y no halló más que ostras vacías y algas muertas? ¿Pensaste tú que la injusticia caía sobre tu cabeza ausente tu voz entre las voces de las multitudes que la habían llamado de la oscuridad de sus dominios? Y sin embargo el marinero no se si ente decepcionado cuando el mar levanta sus olas contra él. Ni cree que su barco le trata injustamente cuando al fin desiste en su batalla contra el temporal. Un buen navegante simplemente lucha por mantener su barco a flote, por cabalgar sobre las olas en un arrebato furioso de vapor y exaltación, en un intento desesperado por seguir el rumbo y alcanzar el puerto con el que había soñado zarpar. Un destino... un rumbo... ¿Acaso alguna vez te marcaste un rumbo? ¿Acaso alguna vez te entregaste a las mareas de tu corazón para preguntarte que querías hacer con tu vida? No tiene sentido afrontar un temporal si no existe un destino por el cual luchar. En tal caso es mejor no salir del puerto, y guardar las velas para vientos mejores que no las hagan gemir ni las desgarren. Pero si decides empuñar el timón con un rumbo marcado, con la firme intención de tu corazón de llegar a la legendaria isla de las manzanas, entonces tu nave se hallará dispuesta a afrontar galernas y temporales, sin importar el crujido de las cuadernas, y con la confianza de que el restallido de las velas soportará la violencia del viento... ¿Has pensado qué quieres hacer con tu vida? No...no me digas que es tarde para eso... Nunca es tarde para darle un rumbo a tu navío. ¿Qué quieres hacer con tu vida?. Ocultar resumen completo