Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En Kanon vor dem Verschwinden, (Canon previo a la huida)publicado originalmente en 2009 por la editorial Berlín Verlag, Tom Schulz desmonta la concepción del poema y sus vínculos con lo bello, en tanto evocación certera de lo vivido; por el contrario, abre sus esclusas a una experiencia mucho más frágil y compleja. Así, desde los primeros poemas, el lenguaje se asume como retazo ardiente de toda alegoría posible. Esta cualidad provoca que el blanco de la epifanía se distorsione; el verso se libera de la obligación de representar y se asume como un juego de palabras en juego. Schulz hace patente que a pesar de las condiciones tan agresivas que las sociedades actuales nos imponen, a pesar de la saturación excesiva de información, ruido, suturas y rupturas del sentido,
siempre habrá un espacio y un momento para dudar de todo, para reírnos de la duda, y para reconsiderar nuestro mundo desde la extrañeza del lenguaje: poesía para sembrar sutiles interrogantes: en el súper, en la playa, en la intimidad de nuestro cuarto, en la colmada atmósfera del sueño que olvidamos.