Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En 1910, en el remoto apeadero del pueblecito ruso de Astapovo, una variopinta multitud se congrega para asistir a los últimos días de un octogenario y enfermo Tolstói, que ha ido a parar ahí huyendo de su esposa, de su vida contradictoria y quizá de sí mismo. Entre la muchedumbre de acólitos, pícaros y periodistas que conforman ese protocirco mediático, tres hombres cruzan sus caminos: Nikolai Gribshin, un joven camarógrafo ruso de la productora Francesa Pathé; Vorobev, un científico que ha inventado un método para embalsamar cadáveres de modo que parezcan pasmosamente vivos; y Stalin, el futuro líder Bolchevique. Los tres están embarcados en proyectos o sueños que iluminarán el recién nacido siglo XX: la capacidad del cine -todavía en sus albores- para reflejar la realidad, la necesidad de preservar la apariencia de vida y la de crear un nuevo hombre revolucionario. Años más tarde, en una Rusia anegada en el baño de sangre de la guerra civil, los tres volverán a encontrarse, y el inicial entusiasmo por el futuro revelará sus claroscuros más tenebrosos.