Con la misteriosa desaparición de Fanshawe, amigo de la infancia del narrador, éste recibe la
extraña petición de decidir cuál de los manuscritos que Fanshawe redactó a lo largo de los años es
merecedor de ser publicado. Y es que el mismo escritor encargó a su mujer que, si algún día él
faltaba, debería buscar a su viejo camarada para tal misión. Mientras el narrador se sumerge en la
obra de su amigo, irá absorbiendo también sus vivencias y sus recuerdos.
Con La habitación cerrada Paul Auster concluye La trilogía de Nueva York, una obra que
reconfigura la concepción de las novelas de detectives.