Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Silvia, la protagonista de esta novela tan singular como sabiamente alejada de la cursilería, se casa con el terrateniente Richard Tebrick, tras un breve noviazgo, y después de la luna de miel se instalan en la hermosa finca de Rylands, en el condado de Oxfordshire, la casa de los Tebrick es la única mansión en kilómetros a la redonda. Pocos meses después, una tarde, salen a pasear por el bosquecillo de la colina cercana. Aun se comportan como enamorados, van a todas partes juntos y pasean de la mano. Ese día se oye a lo lejos una jauría y, a continuación, la trompa de los cazadores; así que Richard acelera el paso hasta llegar a la linde del bosque, para no perderse el espectáculo