Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Me suelen invitar a presentaciones de libros para hacer algún comentario. Es una fortuna. De esa manera me veo obligado a leer con una intensidad y una atención diferentes a las de las lecturas por puro placer Por supuesto en ocasiones hago glosas a algún libro sin necesidad de alguna invitación para comentarlo. Por el interés que el libro suscita o por la actualidad del mismo o por las puras y duras ganas de hacerlo
Ahora reúno un buen número de esas reseñas. En conjunto son un mural de las voces de otros. Ese mural tiene algunas virtudes ayuda a no vivir ensimismado, amplía el campo de visión, aparecen tensiones y contradicciones entre los autores que hacen más viva e interesante la vida intelectual, se develan temas y encrucijadas diversas y súmele usted. De lo que estoy convencido es que la conversación a través de los libros suele ser más rigurosa, puntual y sugerente que el güiri güiri verbal y más atractiva y dura que la alharaca que se reproduce en las redes. Los libros siguen siendo una gran cosa. El espacio en donde se decanta lo mejor del pensamiento. Por supuesto, sobra decirlo, los buenos o los que a uno le parecen buenos.