Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Las palabras que construyen este libro son insurrectas, no resucitadas. En lenguas ancestrales, la poesía aquí reunida es nueva, una parte significativa escrita ya en el siglo XXI, otra a finales del xx, y sólo en pocos casos antes de 1980. Algo tan emocionante como el surgimiento de una nueva literatura en México -de hecho, un haz de nuevas literaturas con corpus propio- sigue pasando desapercibido para la cultura dominante, y cuando más, como curiosidad digna de cuota étnica. El actual momento proteico comienza después de 1980, y cobra impulso en la década siguiente. Hoy se escribe literatura, de manera sostenida y con frecuentes logros poéticos y expresivos, en distintas lenguas mexicanas, algunas más antiguas que el castellano, y bastante vivas en el siglo XXI.