Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Encontré la caja por pura casualidad; era pequeña y estaba firmemente atada con un cordel azul. Con marcador negro, en la tapa, tenía impreso el nombre del propietario Paco. Así, sin apellidos, sin ninguna advertencia de no tocar o frágil o material peligroso. Dentro podría haber cualquier cosa, desde mariposas disecadas, un huevo de dinosaurio, el mapa de una isla misteriosa o una pluma de pájaro dodo. Sin embargo, contenía cuadernos. Verdes y delgados, de esos que se podían comprar antes en cualquier papelería y que hoy ya no existen. También encontré dos piedras. Una blanca y otra negra. Él y yo. Nosotros