Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Nueva edición revisada y corregida de la obra maestra de la criminología y el pensamiento crítico, donde Michel Foucault reflexiona sobre el sistema penal moderno y se pregunta de dónde proviene la extraña práctica de encerrar para corregir, que figura en los códigos penales de la época moderna.Durante el siglo XIX, advierte Foucault, el castigo físico fue abandonado y la condena social comenzó a regirse por el encierro del cuerpo. Así, se construyeron cárceles y se abandonaron las prácticas de los suplicios públicos para poder, en lo sucesivo, corregir las almas en prisiones especialmente diseñadas.Foucault analiza en esta obra el proceso de este cambio, donde el cuerpo del condenado deja de ser el objeto de castigo mediante suplicios populares, para dar lugar a la corrección del alma.El condenado es encerrado, vigilado y controlado en un sistema que termina abarcando a otras instituciones sociales como el hospital, los psiquiátricos, las fábricas, las instituciones educativas, los asilos, etc. Son los niños, los locos y los ancianos los que están bajo esta vigilancia y control, quienes conforman lo que el autor denomina la sociedad disciplinaria.