Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
No sabía que tenía un fantasma. Y un fantasma que sabe usar el taladro y el serrucho, voy pensando mientras vuelvo a la habitación, porque no he sido yo quien ha hecho esas reparaciones. ¿O sí? Algo se remueve en la cama. Me quedo inmóvil en el umbral de la habitación para espiarlo. Agita las cobijas y gime. Debo ser yo, que no conseguí volver. Sin pensarlo dos veces salto a la cama decidida a hacerme regresar. Me aprisiono entre las piernas y me golpeo los costados, pero cuando retiro las cobijas, Columba, aterrada, da un salto y escapa por el pasillo. Ahora he hecho algo peor. Estrujo las cobijas. Escucho, a lo lejos, un canto gutural en el que se van colando los cilindros de gas que ruedan por el piso del pasillo de la vecindad. Ya voy a volver. Me relajo en el abismo y espero. Una a una van cayendo las gotas. En cualquier momento regreso. El charco que hay a mí alrededor pronto me enfriará. Eso me hará volver. Un pez pasa entre los dedos de mi mano, y más abajo, entre mis piernas intuyo algas. En cualquier momento Alguien está nadando cerca de mí, es pesado y veloz. Regreso justo a tiempo; volteo: las fauces están cerca de mí. Apenas me da tiempo de pegarle con una cacerola y salir pataleando rápido. Lo bueno es que soy precavida. Si no hubiera traído conmigo la cacerola quizá ya estaría muerta o algo peor.