El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
"Vivimos hoy bajo un estricto régimen del tiempo. Tenemos tiempos de trabajo, de ocio, de escolarización y formación exactamente regulados, así como horarios coordinados con toda precisión en el tráfico y en la producción. En cualquier ocasión hay que atender a los plazos, especialmente en los exámenes y en los préstamos. En la economía competitiva se trata de ganar tiempo: hay que llegar el primero al mercado con los nuevos productos, es necesario introducir con mayor rapidez las innovaciones. Bajo esa presión del tiempo, él mismo se transforma en una especie de objeto, que podemos dividir, dedicar, acelerar, ahorrar, emplear bien y vender. Es simplemente un objeto 'escaso'. Esa es la moderna escasez de tiempo. Pero ahí se esconde una experiencia mucho más antigua y fundamental de la escasez de tiempo, a saber, la escasez ontológica de tiempo, [que] consiste, dicho con toda sencillez, en que el propio tiempo de vida tiene que parecerle escaso al hombre, porque sabe que está limitado por la muerte."