Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Como otro de los remedios para toda mala fortuna, Me perderé contigo: en mí llevo a la ciudad y a sus habitantes. Este primer libro de relatos de Rafael Pérez Gay sostiene uno de los tonos más atractivos y ofrece varios de los momentos más entretenidos de la narrativa mexicana en los últimos años. “Guirnalda con amores”, peripecias del couch, episodios urbanos y otras celebraciones, Me perderé contigo es también una agradecible y lograda fisiología de la vida cotidiana: el orden precario que un foco fundido, una broma fallida, una rata en la azotehuela pueden devolver al caos; la cocina del departamento como una instancia obligada de la educación sentimental, el interior de un Volkswagen como la escuela en que se forjan los valientes; lo que discuten el jaibol y el corazón, lo que va de la rutina a las irrupciones fantásticas que la vuelven un producto único e inmejorable de la realidad, el minuto desquiciado que tarda un nirvana doméstico en volverse submarino no menos doméstico y a punto de reventar por la presión.Tardes en las que el teléfono, uno de los contados accesos al Absoluto, está borracho o muerto; noches en las que el laboratorio de la calle Bacardí da el diagnóstico inapelable de que uno está herido de muerte por la hipocondría, o por algún otro padecimiento igualmente infeccioso y letal.Los relatos de Rafael Pérez Gay logran el difícil arte, plenamente moderno, de unir el patetismo con la comicidad, los afectos radicales y los desafectos aprendidos con la administración de la parodia. Los personajes, los ambientes, las tramas, el fraseo que los despliega y los dirige, hacen de Me perderé contigo una certeza constante de ese equilibrio. Y sugieren algo más: después de todo, la dicha es un ignorado género literario, y en la vida no hay fatalidad sino ausencia de ironía.