Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
José García Ocejo es un artista de difícil clasificación en el amplio horizonte de nuestra plástica. No se le puede unir a los académicos, a las rutas únicas del muralismo, a los surrealistas. Ni siquiera puede agrupársele con otros pintores que durante los cincuenta tapizaban las galerías Prisse, Havre, Proteo, Juan Martín; pero ya en esos momentos de ruptura, contra un corsé que imponía temáticas y compromisos sociales, Ocejo conformaba su personalidad optimista que esconde la tragedia humana y la convierte en una buena broma.La simiente de esta personalidad surgió cuando el auge de la clase media era el gran triunfo revolucionario y trajo consigo públicos numerosos a exposiciones individuales y colectivas. Creció el estudiantado en la Universidad, se crearon suplementos culturales, programas de radio y televisión y, en consecuencia, se fomentó el centralismo del Distrito Federal que había empezado a intensificarse con Ávila Camacho. Esos cambios beneficiaron a varios creadores famosos, distinguidos con encargos del extranjero, y abrieron puertas a los jóvenes.