Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El siglo VIII fue una época compleja y oscura para la península ibérica. Sin embargo, en unos poblados perdidos al norte de la vieja Hispania se gestaba la que llegaría a ser, con el tiempo, la lengua española, con cientos de millones de hablantes distribuidos en los cinco continentes. Cómo fue posible tal prodigio? ¿Quién escribió las primeras palabras en castellano? ¿Cómo era la lengua en la Castilla de las tres religiones? ¿Dónde se imprimió el primer libro en España? ¿Cómo se difundió el español entre los pueblos de América, África o Filipinas? ¿Por qué se habló español en Italia o en los Países Bajos?
Este libro nos cuenta la historia del español como si de una gran aventura se tratara; la aventura de la lengua y la aventura de sus hablantes, que la llevaron de las aldeas a los palacios, de los caminos a los conventos y de las posadas a los documentos oficiales. La lengua española viajará a América con los soldados, los clérigos, los funcionarios, los artesanos, hasta convertirse en lengua general. Con el tiempo las colonias desaparecerían, pero la lengua permanecería tras las independencias americanas y seguiría creciendo en recursos y hablantes como idioma de una rica comunidad internacional.