En 1797 aaprecio en Holanda La nueva Justine o las desgracias de la virtud, seguida de la historia de Juliette, su hermana, Escrita por Donatien Alphonse Frocoise de Sade, esta monumental obra horrorizo al mundo como ninguna otra historia de la literatrura.
«No existe un yo. No existen diez yo. No existe el yo. YO es tan sólo una posición de equilibrio. (Una entre mil otras continuamente posibles y siempre dispuestas.) Una media de yo, un movimiento de masas. En nombre de muchos firmo este libro.»
El inconformismo radical y la infinita curiosidad de Henri Michaux lo llevaron a aventurarse como pocos en los confines de la experiencia humana y a traducir esas exploraciones en una intensa búsqueda de los límites expresivos del lenguaje poético. Sin embargo, Henri Michaux no goza todavía de mucho predicamento en nuestro país, a pesar de contar con admiradores tan célebres como Octavio Paz y Jorge Luis Borges, quien tradujo una obra suya.
Su escritura se caracteriza por el relieve y los rasgos peculiares que adquieren el cuerpo y las funciones físicas, la rebelión contra el conformismo burgués que trasciende la crítica social o política para socavar los mismos cimientos del pensamiento occidental, así como por la presencia constante de los viajes a través del mundo conocido y de otras tierras extrañamente semejantes a la nuestra, pobladas por plantas y seres monstruosos o maravillosos que comparten nuestras mismas aficiones y pasiones, pero que proceden de la imaginación del escritor.
La noche se agita y Plume precedido por Lejano interior son dos de sus obras más representativas, indispensables para apreciar el espíritu de Michaux en esa conjunción de agresividad y humor, harto sombrío, que desdramatiza la desgarradora soledad e indefensión humanas. De ahí surge ese perfecto antihéroe, comparado a veces con Charlot, que es Plume.