Katharine Kuh dedicó dos décadas a escribir crítica de arte contemporáneo. Galerista, conservadora, curadora y coleccionista, creía que para comprender cabalmente una obra y transmitirla al público había que tener una total implicación. Así, guardó familiaridad con pintores como Léger, Rothko, Kline y Hopper, arquitectos como Mies van der Rohe y escultores como Constantin Brancusi.