Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Este es el primer volumen de su trilogía autobiográfica, arranca en la ciudad Astraján, con los recuerdos de la muerte de su padre, un tapicero empleado después allí como agente naval. Tras el entierro, el joven Alexéi debe acompañar a Bárbara, su madre y a su abuela, Akulina, de regreso a Nizhni, y allí se establece con sus abuelos maternos. En su nuevo hogar, entre la amable sabiduría de Akulina y el rigor, no exento de brutalidad, del abuelo Vasili, transcurren unos años que contemplan también disputas domésticas, una asistencia a la escuela que pronto se ve interrumpida, el segundo matrimonio de Bárbara y el declive de la fortuna del abuelo, un acomodado tintorero al empezar el libro. La obra termina con el fallecimiento de su madre y el comienzo de una nueva vida en la que Alexéi tendrá que ganarse su propio sustento.