Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Seguramente cierro ahora una etapa de mi pensamiento que podría denominar de la prueba del deseo y quisiera pensar que se debería abrir en este momento otra nueva, que podrá denominarse etapa de la prueba por el amor. Publicados en poco tiempo cinco libros, los paisajes se han de hacer otros. Será lo que, decía más arriba, podría denominarse etapa de la prueba del amor. Me inclino a pensar que este nuevo curso de las cosas ha ido comenzando a producir aquí y allá algunos pensamientos, como en ensayos de prospectiva, de ampliación de horizontes; más aún, que los t res capítulos que constituyen la tercera parte de este mismo libro son ya pura apertura a esta nueva etapa, en la que el pensar se ha de tejer con varios hilos, entre los cuales están el de una filosofía del cuerpo, el de la apertura a la historicidad, además, por supuesto, del decisivo hijo rojo de la gloria de la belleza. Por eso, en estos pensamientos nuevos, acaso ha de ser sintomático de manera especial el que busca conjugar persona y belleza.