Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
José García Ocejo es un artista de difícil clasificación en el amplio horizonte de nuestra plástica. No se le puede unir a los académicos, a las rutas únicas del muralismo, a los surrealistas. Ni siquiera puede agrupársele con otros pintores que durante los cincuenta tapizaban las galerías Prisse, Havre, Proteo, Juan Martín; pero ya en esos momentos de ruptura, contra un corsé que imponía temáticas y compromisos sociales, Ocejo conformaba su personalidad optimista que esconde la tragedia humana y la convierte en una buena broma.La simiente de esta personalidad surgió cuando el auge de la clase media era el gran triunfo revolucionario y trajo consigo públicos numerosos a exposiciones individuales y colectivas. Creció el estudiantado en la Universidad, se crearon suplementos culturales, programas de radio y televisión y, en consecuencia, se fomentó el centralismo del Distrito Federal que había empezado a intensificarse con Ávila Camacho. Esos cambios beneficiaron a varios creadores famosos, distinguidos con encargos del extranjero, y abrieron puertas a los jóvenes.