Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Las casas son siete, y están vacías. La narradora, según Rodrigo Fresán, es una científica cuerda contemplando locos, o gente que está pensando seriamente en volverse loca. Y la cordura, como siempre, es superficial. Samanta Schweblin nos arrastra hacia Siete casas vacías y, en torno a ellas, empuja a sus personajes a explorar terrores cotidianos, a diseccionar los miedos propios y ajenos, y a poner sobre la mesa los prejuicios de quienes, entre el extrañamiento y una normalidad enrarecida, contemplan a los demás y se contemplan.