Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El cuerpo de una mujer flotando en un río, un incendio en altamar, una sociedada secreta antisemita, las raras costumbres de una comuna londinense, una serie de dobles de Mishima que descubren que su destino ha sido ya escrito, son algunas de las situaciones que, como si invocaran un desenlace necesario y terrible, desfilan por los relatos breves y arriesgados de Pablo Raphael.La Agenda del suicidio se abre paso en medio de un laberinto de casualidades y sugerencias que alcanzan la sabiduría callada de los finales autoinflingidos. Sin necesidad de aspavientos ni de posturas histriónicas, Raphael visita el corazón de las tinieblas más personales y, desde ahí, hace visible la monumentalidad de los sucesos menores. Su observación delicada y la destreza para construir espacios anímicos son algunas de las virtudes que dan a esta colección de cuentos, galardonada con el premio Nacional de Literatura GIlberto Owen, el desconcertante atractivo de la muerte anunciada.