Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Nunca hasta ahora es más certera la sentencia de Santayana de que quien no conoce el pasado está obligado a repetirlo; la geografía actual y los conflictos que amenazan presente y porvenir son los mismos que eran al terminar el siglo XIX, sólo que con armas más mortíferas que las de entonces.Esa era nos es desconocida así como la mayoría de sus protagonistas, aunque nuestros antepasados nada remotos, y entre todos ayudaron a construir nuestras letras, nuestra ética y nuestra forma de vida; excelentes, buenos, regulares o aprendices que no pudieron desarrollar su talento, así como las publicaciones en que se dieron a conocer sus obras en narrativa, poesía, teatro, periodismo político o literario, todos están enlistados en este diccionario en el que Carballo, con juicio crítico sin componendas, que no admite disculpas y en que pone en su sitio a cada quien.