Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
1927, en Espinazo, Nuevo León, el Niño Fidencio hace milagros entre cientos de enfermos y difunde a su muy singular manera la palabra de Dios. En medio de aquel campamento en el desierto, se respiran la desolación y el dolor, pero también la esperanza.El país se desangra víctima de una guerra ?santa? y este rincón aislado del mundo alberga no sólo al santón del norte y sus dolientes: también conviven en él un periodista escéptico, un mago que busca vengar el asesinato de su amada mujer-serpiente, un pintor de milagros, un espía educado para escrutar el mal en los rostros humanos, un enano Caballero de Colón, un monstruo enfermo de melancolía, una hermosa dinamitera? Todos, camino al infierno o ya instalados en él, asisten a la visita que hace el demonio al santo, mientras una conjura se teje en las sombras para impedirlo.Una novela trepidante, llena del polvo que oscurece el rastro de ese trozo de la historia de México que aún no ha sido contada.En este oscuro rincón del mundo? ocurre lo imposible