Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
Cuentan que había un niño a quien no le gustaba escribir porque, según él, no servía para nada. Cuando intentó hacerlo, su letra era tan fea que a su maestra le dio un patatús, por eso prefería dibujar. Hasta que un día se encontró con una gran "m" y descubrió que escribir era muy importante y también divertido.