Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Un anciano con sueños que nunca sucedieron, jóvenes que creen engañarse uno al otro, un hombre demasiado perfecto y una muchacha que anhela un amor de novela romántica protagonizan las escenas de estas comedias de enredos en las que nada es lo que parece. En ellas, familiares, amigos, prometidos y sirvientes ocultan o distorsionan información, cambian de nombre o inventan historias con tal de aleccionar a alguien más. Así, dan lugar a diversas historias que retratan la sociedad decimonónica y sus valores, y que son ejemplo de las debilidades y pasiones siempre constantes en el corazón humano. De esta manera, los sentimientos como el amor y la añoranza del pasado nos hacen identificarnos con los distintos personajes que dan vida a Indulgencia para todos (1818), Las costumbres de antaño o La pesadilla (1819/1833), Tal para cual (1819) y Contigo pan y cebolla (1833), comedias que nos siguen divirtiendo hoy como lo hicieron en su tiempo en España y en México.