Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
En Hay un jardín Marco Antonio Huerta recupera, a través del lenguaje y la evocación, la presencia de un espacio edénico cuyos orígenes se remontan a los días de infancia. Consciente del lugar que el tema ocupa en la tradición literaria, el autor nos guía por las páginas de un álbum personal que describe su asombro ante el mundo. A lo largo de cinco apartados ("Hay un jardín", "Aquí se guardan", "Rawdiyyat", "Horas" y "Fotografía"), y a la manera de un versado naturalista, Huerta observa las formas y colores, la vida vegetal y las súbitas presencias animales al mismo tiempo que plantea en este jardín personal una metáfora de vida en la que, desde luego, el amor tiene una semilla bien plantada.