Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
"La joyería es tan variada como los grupos indígenas que la lucen. Las mujeres se ponen collares, anillos y muy rara vez brazaletes. EN muchos grupos prefieren el oro; es admirable ver la cantidad de alhajas de este metal, puestas a la venta en un tianguis de la costa de Guerrero o en el mercado de Juchitán, Oaxaca. Entre otros pueblos, la plata es el material favorecido. También se usa mucha joyería de imitación, recortada de hoja de lata, adornada con vidrio de color, e inclusive con botones. Las cuentas de papelillo --esferas delgadas de vidrio de color-- son preferidas por muchas indígenas. Otras mujeres eligen la chaquira para confeccionar sus adornos. Al ámbar, al azabache y al coral, o en su ausencia a las imitaciones de éstos, se les confieren propiedades curativas y protectoras, además de servir de adorno. También se usan semillas o conchas engarzadas para collares, o bien una flor natural sirve para embellecer un rostro. En general son las mujeres las que se engalanan con todas estas joyas, pero hay algunos grupos, especialmente los huicholes, en los que también el hombre gusta de acicalarse." (Ruth Lechuga)