Dos dramas, con modelos que nos espejean y muestran espectros de algo que también somos, por acción u omisión, donde la estructura política mexicana esta hecha para el sometimiento.
Los hombres de blanco es un texto ensombrecido que clama una verdadera justicia mientras lanza un grito de esperanza en tanto que Yo soy el muchacho alegre o El baile es un acto libre, una expresión sin culpa, ajena a la malicia de machos ofendidos y hembras mancorna doras.