Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
¿Cuántas caras tiene la moneda poética de Francisco Hernández? Docenas, tal vez cientos de rostros en los que su escritura se desdobla. A manera de espejo y de homenaje, gran parte de la poesía del veracruzano traza los rasgos particulares de los otros fantasmas en los que ha abrevado, atizado por la sed y la fruición lectora. Schumann, Scardanelli y Trakl, pero también Rilke, Kafka, Eliseo Diego y tantos otros semejantes suyos que le han servido de brújula para buscar un norte único e irrepetible: el suyo propio. Más que una galería, esa poesía de Francisco Hernández configura espacios habitables. Su talento es saber encarnar en otros moldes, haciéndolos suyos, correspondiendo al preciso rigor de su forma. Los otros no, sencillamente, la tierra donde el poeta cultiva su flor y sus espinas.