Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
En la memoria de Mario Conde todavía brilla el recuerdo de aquella tarde de 1960, en Cojímar,
cuando tuvo la ocasión de ver a Hemingway en persona y, fascinado, se atrevió a saludarlo.
Cuarenta años después, Mario Conde regresa a Finca Vigía, la casa museo de Hemingway en las
afueras de La Habana, para enfrentarse a un extraño caso: en el jardín de la propiedad han sido
descubiertos los restos de un hombre que, según la autopsia, murió de dos tiros en el pecho. Junto
al cadáver aparecerá también una placa del FBI.
Mientras Conde trata de desentrañar lo que sucedió allí en una noche decisiva de octubre de 1958,
el lector asiste a los últimos años del escritor norteamericano, a sus obsesiones y a su entorno
habanero, desde donde refulgen algunos objetos inquietantes, como un revólver calibre 22 que el
escritor guardaba envuelto en una prenda íntima de Ava Gardner.
Un interesante ajuste de cuentas de Mario Conde con su vida y con sus ídolos literarios,
pero también una punzante e inolvidable recreación del Hemingway ególatra y
contradictorio, acorralado por sus recuerdos y remordimientos, en los días previos a su
suicidio.