Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El tema de la indentidad cultural del Gran Caribe cobra relevancia en el periodo de entreguerras del siglo XX, particularmente en la década de 1930, cuando tienen lugar en la región aconteciminetos de muy diversa índole. Esta etapa, marcada entre otras cosas por la gran depresión del 29, se ve sacudida desde sus cimientos y refleja un mundo convulso y contradictorio. El nuevo Caribe, que comienza a surgir entonces, experimenta una transformación de su cultura ambiental, es decir, de sus formas de vida, particularmente la urbana, en el peculiar contexto geográfico-físico, histórico y cultural de la cuenca de los huracanes.
Este libro, basado en una profunda investigación documental, testimonial e iconográfica, analiza dicho fenómeno tomando como ejemplo el caso de Veracruz y la Habana, dos ciudades hermenas en el tiempo y símbolos de la región. Con este estudio, en suma, el autor intenta establecer hasta qué punto no ha habido en el Gran Caribe una identidad cultural bien definida debido, en lo fundamental, al carácter pluriétnico y pluricultural de la región, como efecto de las corrientes migratorias que le han dado forma desde los orígenes de su relación con el mundo europeo que la colonizó.