Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
John Griffith London nació en San Francisco el 12 de enero de 1876. Era hijo de un astrólogo ambulante llamado William Henry Chaney, al que no conoció, y de Flora Wellman, una profesora de música que se dedicaba al espiritismo. Se educó de forma autodidacta y pronto acusó la influencia de las doctrinas evolucionistas, del marxismo y la idea nietzscheana del superhombre. Entre 1897 y 1898 viajó por Alaska, empujado por la fiebre del oro. Antes había sido marino, pescador, e incluso contrabandista. De regreso a San Francisco comenzó a relatar sus experiencias. En 1900 publicó una colección de relatos titulada El hijo del lobo que le proporcionó gran éxito popular. Publicó más de 50 libros que le supusieron grandes ingresos pero que dilapidó en viajes y alcohol. Fue corresponsal de guerra y vivió dos matrimonios tormentosos. Murió de una sobredosis de morfina y atropina en Glen Ellen, California, el 22 de noviembre de 1916, a los cuarenta años. Su obra, desde La llamada de la Selva (1903), hasta John Barleycorn (1913) refleja la exaltación de la fuerza como valor moral, la libertad e integridad del hombre reconquistadas en la libre relación con las fuerzas de la Naturaleza. Los Cuentos de los Mares del Sur son una buena muestra del arte narrativo de London, caracterizados por una técnica casi cinematográfica y por un estilo ágil y directo. Indígenas, aventureros, marinos, historias violentas en tierras desconocidas...