El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
Todos podemos contribuir a generar conocimiento científico: ése es el supuesto básico de la ciencia ciudadana, una seductora modalidad de investigación que sale de las aulas, los cubículos y los laboratorios, e involucra a la gente común. En el espíritu de las empresas colaborativas, en las que una multitud de participantes suma fuerzas para alcanzar una meta superior, esta forma desentralizada de hacer ciencia consiste en acumular observaciones, registros y análisis de cientos, o incluso millones, de voluntarios en cualquier parte del mundo dispuestos a aportar su tiempo y su curiosidad en aras de comprender fenómenos que no podrían abordarse sólo con el trabajo de los científicos profesionales y que muchas veces incumben principalmente a la comunidades locales.