¿Y bien? Me seguiste. Tu sentido de la curiosidad pesa más que tu sentido de la precaución -el hombre hablaba en tono profundo y mesurado. Scott finalmente recuperó el habla: -Yo... yo no quería molestar. -No te justifiques. Sin la curiosidad, es decir, sin el deseo de ver lo que hay al otro lado de la puerta, no habría ningún progreso. Puedes sentarte. Habrá preguntas.
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