Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Que las frutas abunden en la literatura, la pintura y la música cubanas no es motivo de sorpresa, pero siempre lo será lo que el cubano descubre en ellas. Con las frutas se festeja, además, el cuerpo, el erotismo, y se accede a un edén poético. En este libro desenfadado, el notable poeta cubano Orlando González Esteva se divierte y nos divierte ofreciéndonos con gracia e imaginación estos Cuerpos en bandeja que, como Octavio Paz escribió sobres sus poemas, son "pruebas de que el idioma español todavía sabe bailar y cantar". Nos muestra la propensión exagerada del cubano a sorprender en la frutas los atributos del cuerpo humano, y en éste, los tonos, texturas, sabores y aromas de aquéllas, llevándolo a confundir cuerpos y frutas con la tierra natal, y a ésta, con el paraíso. lo acompaña en esta fiesta editorial, ilustrando ampliamente el libro, el reconocido pintor cubano Ramón Alejandro, cuya obra ha encontrado en las frutas tropicales una de las ciffras más claras del deseo.