Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Cuentan que la historia la escriben los vencedores. Durante veinte años he rechazado esa frase y sus implicaciones porque sé que los derrotados también cuentan su versión. La crónica de los fracasos de la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur ha sido narrada, durante décadas, siguiendo el guión diseñado por quienes resultaron victoriosos; por quienes tenían que destruir lo que representaban para imponer el modelo político bajo el cual vivimos. La versión de los vencedores, plagada de calumnias historiográficas, arranca con la premisa de que Zapata y Villa, con todo a su favor, perdieron porque no tenían un proyecto nacional. Tras casi veinte años de investigación de archivo, de caminar los campos de batalla, de preguntar y cuestionarme, encontré que quizá las cosas fueron de otro modo.