Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
¿Cómo filmar la ansiedad de una mirada? ¿Cómo representar en un rostro de niña la violencia que la vuelve impenetrable, intratable? Y sobre todo: ¿qué función cumpliría en un guión la secuencia no filmada, su metáfora secreta? Y sin embargo, se trata de guiones, las películas existen. Sólo que el origen de estos textos cerrados, sintéticos, adheridos a la imaginación de fantasmas que pasarán por otro lado, fuera del libro, es la escritura. Marguerite Duras escribió antes de filmar y sigue escribiendo después, agujereando más que completando lo que habrá hecho el cine, devolviendo los gestos de los actores al silencio y a la soledad de las historias que encarnaron.