Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
Al asumir plenamente su condición de memoranda, de hiedra íntima amorosa. Dogal de sombras lleva, dócil y tenso, una suerte de apunte de bitácora. Dibuja sus años sigilosos, así como invocaciones y plegarias, con la intención de no cargar espectros que le tuerzan el camino. Al conjuro de "no volverán", suceden, con plenitud de oficio, hoja por hoja y árbol por árbol, las voces terrestres que los espejos silencian. Así, el autor predica en reflexión el dogal de su memoria; exacta y personal. La voz del poeta se afirma y no desdeña: rectifica y mejora. Mientras se pregunta: "¿Qué rumbo tomó?, quién la vio pasar mientras pensaba", sus lectores sabemos que la tenía puesta consigo, como arena o como polvo, ya sea por viento o, en mejor vocablo, ventolera, de luna en luna, estas imágenes le acompañaban: ventanal en travesía.