Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
El nombre de Keber era pronunciado con respeto en la prisión de Maribor. Ladrones, falsarios, estafadores, delincuentes comunes y criminales de envergadura se inclinaban ante él y contaban sus aventuras con admiración y con miedo Keber había dormido en Vietnam entre cientos de cadáveres; había atravesado todos los océanos en barco, en la isla de Santo Domingo los generales temblaban ante su presencia, en Rusia las mujeres trataban de quitarse la vida por él, para arrestarlo, las autoridades movilizaron a todo un batallón, sitiaron un barrio y cerraron todas las salidas de la ciudad de Liubliana. Pero todas esas acciones no son nada frente a la gesta que lo hizo célebre la gran revuelta de la prisión de Livada, comparable en heroísmo y osadía a la revuelta de los judíos de Masada, en el siglo i, contra el Imperio Romano. Zumbidos en la cabeza no sólo es la crónica paralela de ambas revueltas, es una novela sobre la emancipación, la dignidad, la libertad y, ante todo, sobre el poder de la imaginación para derribar todo muro, toda prisión mental y física, toda esclavitud y todo servilismo. Es una novela contra los abusos de la autoridad. Es una novela que nos recuerda que sólo a través de la rebeldía el hombre alcanza su verdadero lugar en el mundo.