Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Hay pocas cosas más interesantes y reveladoras que volver sobre el primer libro de quien se convertirá en un gran escritor. Sobre todo si ese debut ha sido a lo grande.
En El libro de Rachel (1973) Martin Amis, entonces veinteañero con aire de Mick Jagger ilustrado, anunciaba ya todo lo brillante que estaba por venir. Novela de iniciación a la vez que terminal, lo que el joven autor se propuso y consiguió ?según declaraciones contemporáneas a la primera edición? fue evitar el riesgo de convertir la adolescencia en algo tan aburrido como suele ser la adolescencia y revelar ese momento en que el sexo se transforma en algo ya fundamentalmente poco misterioso. Misión cumplida.