Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Los bonobos hacen el amor y no la guerra para no discutir juegan a esgrima con sus miembros. Las iguanas se masturban justo antes de aparearse para que el acto dure menos en los entornos peligrosos. Hay animales que llevan 40 millones de años sin sexo. Algunas luciérnagas macho prefieren aparearse con farolas. Los bracitos del Tyrannosaurus rex servían para sujetarse durante la cópula. Las vaginas de los patos azulones hembra tienen trampas para controlar la efusividad de los machos. Todo esto, aunque parezca mentira, es cierto. Y también bonito.