Una novela negra ágil, con mucha acción y una protagonista sorprendente. «Digo a mi favor que no cometí más errores que cualquier madre, fui sobreprotectora, otras veces dura, pero siempre en el afán de prepararla para este mundo traidor e incierto.¿Será que la traumé en vez de darle cariño?» La sicaria de Polanco es una novela negra ambientada en México DF en época actual. Se trata de un libro ágil, pleno de acción, protagonizado por una mujer de personalidad arrolladora. Karina Shultz sorprenderá al lector, que será cómplice de todas las peripecias que ha de vivir, de manera cada vez más atropellada, esta mujer convertida en asesina a sueldo. Es una novela policíaca, pero también social, ya que critica las diferencias tan marcadas de clase, así como la corrupción, sin moralinas ni juicios de valor. Se centra en mostrar la dualidad chocante en la que vive el personaje principal, que pasa los días intentando conciliar su vida de madre de dos chicos adolescentes y novia de un agente de policía con su papel ocasional de asesina. Pero llegará un momento en el que el frágil equilibrio en que vive se quebrará y todo empezará a desmoronarse alrededor de ella.
El mundo de Arreola es como un bosque encantado, poblado de frondosos árboles cuyas copas tocan el cielo del pensamiento: son las obras de Juan Ramón Jiménez, Quevedo, Tablada, León Felipe, que crecieron junto al fresno de su casa en Zapotlán; las plantas que dieron frutos en sus memoriosos encuentros con Borges y le perfumaron la vida con las flores del mal que descubrió en Baudelaire. El universo de Arreola está hecho con el cine de Marcel Carné, las actuaciones de Louis Jouvet y la hermosura de Michéle Morgan; un terreno de celuloide y fantasía donde se habla con la lengua de Rubén Darío y se ama con la pasión de Manuel José Othón; un cosmos personal bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe, todo color y trazo fulgurante, pintura de Remedios Varo. Por ahí transitaron figuras como Pablo Neruda, a quien Arreola conoció en texto, emoción y persona, y mujeres como Alma Mahler, Georgette Le Blanc, Eleonora Duce y Sor Juana Inés de la Cruz. Todo pasó por su mundo de prodigiosa memoria, profunda sensibilidad y extraordinaria calidad de artista, maestro y ser humano; todo está aquí, tibio y vibrante todavía.