En un ruinoso edificio de la ciudad de México, un grupo de ancianos pasa los días entre rencillas vecinales y tertulias literarias. Teo, el narrador y protagonista de esta historia, tiene setenta y ocho años y un apego enfermizo a la Teoría estética de Adorno, con la que resuelve todo tipo de problemas domésticos. Taquero jubilado, pintor frustrado con pedigrí ?hijo de otro pintor frustrado?, sus mayores preocupaciones son llevar la cuenta de las copas que toma al día para extender al máximo sus menguantes ahorros, escribir en un cuaderno algo que no es una novela y calcular las posibilidades que tiene de llevarse a la cama a Francesca ?presidenta de la asamblea de vecinos? o a Juliette ?verdulera revolucionaria?, con las que constituye un triángulo sexual de la tercera edad que «le habría erizado la barba al mismísimo Freud». La vida rutinaria del edificio se rompe con la irrupción de la juventud, encarnada en Willem ?mormón de Utah?, Mao ?maoísta clandestino? y Dorotea ?la dulce heroína cervantina, nieta de Juliette?, en un crescendo de absurdos que arriba a un clímax para mojarse los pantalones. Concebida bajo el dictado de Adorno, que afirma que «el arte avanzado escribe la comedia de lo trágico», entrelazando fragmentos del pasado y del presente, esta novela recorre el arte y la política del México de los últimos ochenta años, marcados en la historia familiar por la sucesión de perros de la madre del protagonista, en un intento por reivindicar a los olvidados, los malditos, los marginales, los desaparecidos y los perros callejeros. Con su tercera novela, el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, tras la excelente acogida, tanto en lengua española como en sus muchas traducciones, de Fiesta en la madriguera y Si viviéramos en un lugar normal, se confirma como un narrador imprescindible, con una voz personal y un sentido del humor muy singulares.
En 1939, el barco S.S. Saint Louis, con novecientos judíos que lograron huir de Alemania, estuvo
fondeado varios días frente al puerto de La Habana a la espera del permiso para los refugiados. El
niño Daniel Kaminsky y su tío esperaron en el muelle a que desembarcaran sus familiares, confiados
en que usaran ante los funcionarios el tesoro que portaban a escondidas: un pequeño lienzo de
Rembrandt que perteneció a los Kaminsky desde el siglo XVII. Pero el plan fracasó y el barco regresó
a Alemania, llevándose con él toda esperanza de reencuentro.
Muchos años después, en 2007, la noticia de que ese lienzo se subasta en Londres, provoca que el
hijo de Daniel, Elías, decida viajar a La Habana desde Estados Unidos para aclarar qué sucedió
realmente con el cuadro y su familia. Sólo alguien como el Conde puede ayudarle en la misión. Y en
los encuentros y las conversaciones sabremos que Daniel decidió cambiar radicalmente de vida y
que le atormentaba un crimen. También que ese cuadro, una imagen de Cristo, tuvo como modelo a
otro judío, que en la Ámsterdam del siglo XVII rompió todas las convenciones de clase y de religión
para trabajar en el taller de Rembrandt y aprender a pintar con el maestro.
Una impresionante fusión de los géneros policiaco e histórico en la pluma de Leonardo
Padura.