Escribir requiere una combinación perfecta entre la ira y un generoso y funesto sentido del humor, escribe Bonet en esta colección de certeros perdigones verbales y tentadores manifiestos: ¿qué artista no quisiera vivir de la generosidad de una voluptuosa mecenas necesitada de amor y urgida de caricias? -algo que ha conseguido volver realidad durante periodos efímeros. Permitanme confesarles que no conocido en mi vida a nadie como este ex calafón desclasado que ha preferido vivir en el planeta del exilio- o, más propiamente, hacer de cada punto donde se implanta por temporadas un enviable espacio unico.