Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La práctica fotográfica y los viajeros es un binomio, indisociable en muchos casos, que ha existido desde que se difundió por el mundo el invento de Daguerre. A quienes ejercen el oficio fotográfico los guía unas veces el afán de conocimiento del mundo y otras su carácter aventurero.El mexicano Antonio L. Cosmes de Cossío pertenece al segundo grupo de fotógrafos. Sorprendentemente versátil, este artista de la cámara practicó las variadas técnicas existentes en su época para la realización de sus obras; fue daguerrotipista, retratista, miniaturista, especialista en colorear fotografías, practicante de la estereoscopía, y un precursor del fotorreportaje.