Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Toda agua implica una gesta. Esto lo sabemos o lo intuimos. "Voy a través", se dice en este nuevo libro de Myriam Moscona, que discurre sobre el agua, y entendemos que esa travesía es una épica personal, de vida y muerte. Porque el nadador (el que nada) es una entidad naturalmente literaria, y más aún, lírica: en su elemento coinciden el ritmo y la liturgia, la total introspección y el orbe material, la bella y confusa idea de lugar, las heridas que se cierran y se abren, la exclusa abierta de las metáforas, el canto de la respiración, el Tiempo, la conciencia de la fatalidad y un ingrávido etcétera. Moscona ha sabido incorporar esos poderes en El que nada, y lo ha hecho a través del contagio, la asimilación y el palimpsesto: este librito parece escrito sobre el agua, que a su vez es escritura; cada poema una brazada, cada verso un respiro y cada letra una hendidura fugaz. Adentrarse en sus páginas es asumir el rol del que nada, leer desde ese dúctil esfuerzo, protagonizar la gesta.