Al género epistolar, desaparecido eminente, muy poco se le evoca en la época de la comunicación mecanizada, donde el teléfono sustituye a la presencia y el fax da por eliminados la voz y los requisitos personales en la correspondencia. Por el correo todavía pasan millones de cartas, pero el efecto cultural ya no es lo mismo, se ha perdido la "magia" de la comunicación epistolar y la búsqueda en las cartas de revelaciones inesperadas, de voces singulares, de franquezas calcinantes. Desde hace tiempo se desvaneció el placer que convertía a las misivas en "retratos del alma" o alguna expresión semejante que subrayase la alianza de la actitud honesta con la expresión sonora.Y por lo mismo, por el relegamiento, es ahora cuando conviene poner de relieve la importancia del género epistolar, que aún no recibe entre nosotros los estudios que merece. A enmendar en algo esta falta, dedico las siguientes y una breve y fragmentada antología.