La música necesita de parejas fatales, explosivas, memorables. ¿Por qué en la literatura de Arturo J. Flores no habría de caber otra perversa mancuerna? Nancy y Xavier mantienen diferencias que inevitablemente los unen. Ella es muy joven, hermosa y tiene el cuerpo cubierto de tatuajes. Él ha vivido el doble que ella, pero no tiene una sola marca sobre la piel. Ambos desean ser escritores pero les atemoriza lanzarse al vacío. Un día en que ambos deberían estar en la escuela, uno como profesor y la otra como alumna problema, coinciden yéndose de pinta a un museo en el que todo, incluso la obra expuesta, parece estar muerto de aburrimiento. Comparten entonces sus libretas de apuntes con la misma crudeza con la que algunas parejas, como Spungen y Vicious, intercambiaron flujos corporales, jeringas y pesadillas.
Creo que varias de sus historias tienen mucho de mí. A veces hasta me sentí un poco incómoda leyéndolo. No porque sea santurrona, sino más bien porque su novela es provocadora. Seguramente encenderá a más de uno. Contiene todos los elementos que hacen de una historia algo apasionante: muchas fantasías, canciones y tatuajes. Elementos todos que me atrapan. Es, además, un texto muy musical. Sé que Arturo es un melómano asumido. Por lo tanto, no es difícil leer sin tener un soundtrack de fondo, sonándote en la cabeza. Uno conformado por las bandas metaleras que yo también oía en mi adolescencia.
Mon Laferte