Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El hombre que fue jueves es una novela policiaca, pero una novela policiaco metafísica. Pues es, por una parte, un ensayo caprichoso sobre el doble equilibrio del universo, sobre las tendencias esenciales de la conducta el bien y el mal; y, por otra parte, una divertidísima historia de aventuras, enredo e intriga. En este aspecto recuerda a los clásicos del escalofrío a Poe y a Stevenson; y prolonga un género típico de la lengua inglesa la aventura enigmática; la aventura donde el sentimiento ha de vibrar, pero la razón ha de dar de sí continuos recursos; donde el hombre combate con el cuchillo, pero también con el silogismo y los sorites. En sus páginas el lector encontrará, a manera de síntesis, todas las características de la obra de Chesterton: su facilidad periodística para trasladar a la calle una discusión de filosofía; su preocupación por el tema del catolicismo, el crítico de arte y, entre otros aspectos que lo hacen un autor fascinante, el polemista.