Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Durante diez años, Sigmund Freud fue hipnotizador.
De 1886 a 1896 se apasionó por la hipnosis y la utilizó como parte de su práctica. Los textos que consagró a esa época fueron considerados durante mucho tiempo como prepsicoanalíticos, y por lo tanto de poco interés. La mayoría fueron publicados de manera dispersa en antologías heterogéneas o en revistas de tiraje reducido.
Más de un siglo después de haber sido redactados, estos textos fundamentales para la comprensión de la génesis del psicoanálisis hasta ahora ignorados, desconocidos o inéditos han sido salvados del olvido y publicados, por primera vez en forma de libro, gracias a Mikkel Borch Jacobsen, uno de los más grandes historiadores de Freud. Están ilustrados con curiosos documentos y fotografías de archivo que nos hacen revivir el itinerario del joven doctor Freud, la influencia decisiva de Charcot y de Bernheim, los primeros pacientes y la conquista del favor de la burguesía vienesa.